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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

24 de mayo de 2011

Santoral Católico del 24 de Mayo

  • María Auxiliadora
  • Santos Donaciano y Rogaciano, Mártires
  • San Vicente de Lerins, Confesor
  • San David I de Escocia
  • San Nicetas de Percaslav, Mártir
  • Beato Juan de Prado, Mártir

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.




MARÍA AUXILIADORA

Historia de la devoción a María Auxiliadora en la Iglesia Antigua.

os cristianos de la Iglesia de la antigüedad en Grecia, Egipto, Antioquía, Efeso, Alejandría y Atenas acostumbraban llamar a la Santísima Virgen con el nombre de Auxiliadora, que en su idioma, el griego, se dice con la palabra "Boetéia", que significa "La que trae auxilios venidos del cielo". Ya San Juan Crisóstomo, arzobispo de Constantinopla nacido en 345, la llama "Auxilio potentísimo" de los seguidores de Cristo. Los dos títulos que más se leen en los antiguos monumentos de Oriente (Grecia, Turquía, Egipto) son: Madre de Dios y Auxiliadora. (Teotocos y Boetéia). En el año 476 el gran orador Proclo decía: "La Madre de Dios es nuestra Auxiliadora porque nos trae auxilios de lo alto". San Sabas de Cesarea en el año 532 llama a la Virgen "Auxiliadora de los que sufren" y narra el hecho de un enfermo gravísimo que llevado junto a una imagen de Nuestra Señora recuperó la salud y que aquella imagen de la "Auxiliadora de los enfermos" se volvió sumamente popular entre la gente de su siglo. El gran poeta griego Romano Melone, año 518, llama a María "Auxiliadora de los que rezan, exterminio de los malos espíritus y ayuda de los que somos débiles" e insiste en que recemos para que Ella sea también "Auxiliadora de los que gobiernan" y así cumplamos lo que dijo Cristo: "Dad al gobernante lo que es del gobernante" y lo que dijo Jeremías: "Orad por la nación donde estáis viviendo, porque su bien será vuestro bien". En las iglesias de las naciones de Asia Menor la fiesta de María Auxiliadora se celebra el 1º de octubre, desde antes del año mil (En Europa y América se celebre el 24 de mayo). San Sofronio, Arzobispo de Jerusalén dijo en el año 560: "María es Auxiliadora de los que están en la tierra y la alegría de los que ya están en el cielo". San Juan Damasceno, famoso predicador, año 749, es el primero en propagar esta jaculatoria: "María Auxiliadora rogad por nosotros". Y repite: "La "Virgen es auxiliadora para conseguir la salvación. Auxiliadora para evitar los peligros, Auxiliadora en la hora de la muerte". San Germán, Arzobispo de Constantinopla, año 733, dijo en un sermón: "Oh María Tú eres Poderosa Auxiliadora de los pobres, valiente Auxiliadora contra los enemigos de la fe. Auxiliadora de los ejércitos para que defiendan la patria. Auxiliadora de los gobernantes para que nos consigan el bienestar, Auxiliadora del pueblo humilde que necesita de tu ayuda".
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El mismo día: San Vicente de Lerins, Confesor


Al nombrar a Vicente de Lerins se agolpa luego a la mente la historia del semipelagianismo, que tanto dio que hacer a San Agustín, su gran adversario. El primer chispazo semipelagiano se dio en el norte de Africa. Con ocasión de la controversia pelagiana, el Obispo de Hipona había enseñado que las acciones del hombre, sin excepción, dependen de Dios y, sobre todo, que la perseverancia final es un don divino completamente gratuito. Contra Pelagio había recalcado Agustín la intervención divina en cada una de nuestras obras. A los monjes de Adrumeto, probablemente una fundación monástica agustiniana, les pareció dura esta doctrina, porque no acertaban a conciliarla con la libertad humana. Después de acaloradas e infructuosas disputas en el convento, al fin se deciden a escribir a San Agustín pidiéndole aclaraciones. El santo obispo atiende su demanda escribiendo dos libros, uno Sobre la gracia y la libertad y el otro Sobre la corrección y la gracia. Al parecer, los monjes se tranquilizaron, y nada más se volvió a oír de tales controversias en la Iglesia africana.
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